jueves, julio 16, 2009

El ladrillo.


El hombre entró en mi despacho con una bolsa de plástico, de esas del supermercado y la subió a la mesa como para sacar algo de ella. Metió su mano que salió con un ladrillo agarrado: un ladrillo rústico, arenoso, calizo, blanquecino.
- Que digo que si la parece que ponga esto.
- ¿¿**,"&¡!?
- Es ahí, en San Juan.
(INCISO: muy típico de los pueblos y de provincias, te dicen San Juan como si lo conocieras y si no lo conoces te añaden el dato clave: sí, mujer, al lado de Santa María…)
El hombre me saca un dibujo a mano de una fachada con unos recercados en las ventanas de ladrillo. Me voy aclarando: está ejecutando la fachada de un inmueble del recinto histórico y como las normas estéticas son muy estrictas le han debido poner condicionantes muy duros. Saca un papel arrugado de la bolsa del supermercado que resulta ser la licencia de obras. En ella se especifica "la fachada deberá ser enfoscada y pintada combinada con ladrillo en tonos terrosos". Le digo con mi mejor sonrisa que hombre, ese ladrillo no es terroso sino calizo, que mejor sería un tono más oscuro, más rojizo, pero que solo por haberse molestado en llevármelo le diría muy agradecida que sí y el hombre me dice que vale, que buscará otro similar pero más oscuro. Seguro que me lo trae. Enternecedor, ¿a que sí?.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Julieta
Cachonda eres, ese no es de mi pueblo, Verdad? Dime que no.

Adu dijo...

Pues sí cielito, de tu pueblo es.