miércoles, noviembre 14, 2007

El agujero del silencio


Poeta, vuestra casa tendrá tantas estancias como deseéis. A los espacios reservados para ti les llamaremos “agujeros”.
El primero, tu “Agujero del silencio”, donde te encontrarás a solas contigo mismo (¿podrás soportarlo?). Estará según tu gusto, en el subsuelo, en un sótano muy sótano, nada de semi-sótano, no, estará casi en el centro de la Tierra. Tendrás que acceder a él a través de un orificio con trampilla cuyo accionamiento sólo conocerás tú. La ubicación de la trampilla la dejamos a tu elección (¿pasillo, dormitorio, cocina, cuarto de baño…?) Una vez abierta la trampilla descenderás, cual chiquillo sobre tobogán, por una rampa deslizante hasta alcanzar el punto soñado.
Ya en tu refugio verás, destacando frente a la oscuridad casi total de la estancia, un cono luminoso. Se canaliza a través de un pequeñísimo orificio que los dioses del Olimpo excavaron mientras griegos y cartagineses perdían el tiempo por ahí fuera. Esta luz –de luna- tiene como objetivo iluminar tu lectura, de modo que podrás sentarte cómodamente bajo ese foco para este menester. El asiento no será un mueble, sino que la propia forma del suelo recogerá tu cuerpo y lo abrigará; en él, todos tus achaques se volverán mudos e invisibles.
También puedes desarrollar tu creatividad en este agujero. Tendrás un espacio para pintar, otro para escribir (a pluma, como los poetas de antes), varios ordenadores que jamás se estropean (sin Lacie ni similares accesorios inútiles); todo ello sobre una mesa corrida de forma y dimensiones variables según los deseos y las necesidades del momento.
Podrás disfrutar del silencio más absoluto o romperlo con la orquesta en miniatura que sólo para tí se ha dispuesto en una hornacina. A pesar de ser de juguete, de la orquesta salen canciones, sinfonías y conciertos de todas las épocas y estilos, con una calidad tal que ni la Filarmónica de Berlín con el Karajan conseguiría superar.

Lo malo será salir de él, pero ya se nos ocurrirá algo.



miércoles, octubre 24, 2007

Un terreno para el poeta

Luis Felipe presentó sus datos:
• Será una casa familiar con espacios privados de absoluto silencio
• Necesito una biblioteca hermosa donde pueda hacer reinar el desorden y una habitación sin luz natural para poder trabajar con concentración y en absoluto silencio [el silencio debo romperlo solo yo si lo deseo]
• Necesito un espacio abierto al cielo en el que no haya horizonte, un espacio bajo el que dormir o quedarme extasiado.
• Me encanta y me inspira el sonido de la lluvia en los cristales.
• Pinto y dibujo con mucha más frecuencia y dedicación que la escritura.
• Colecciono mil cosas, todas usadas y viejas.
• Tengo una pinacoteca importante de la que apenas puedo gozar por falta de espacio.
• Me encanta ver cine negro en la tele.
• Leo con un solo punto de luz.
• Necesito recibir a amigos con gran frecuencia.

¿Dónde situaremos tan vasto programa, más digno de un novelista norte-americano que de un poeta bejarano? (La rima es, obviamente, fruto del azar y de la vagancia para buscar otra).

¿Necesitamos tierra para sembrar en ella los cimientos de la guarida, en la que crezcan silencio y melodía con formas sólidas, con sus huecos, sus macizos, sus luces y sombras?.


¿O sirve el espeso ramaje de un castaño al que trepar a diario para aislarse de la tierra y bajo el que cobijarse los días soleados?

¿Será adecuada una parcela campestre alejada del mundanal ruido?




¿O tal vez es preferible algo más urbano, pongamos en el casco histórico y junto a un río?



¿O quizá los versos nacerían mejor en un bloque de pisos de un barrio moderno dentro de una gran ciudad?



Ayúdanos a elegir.


Con la opción mas convincente construiremos tu refugio, Poeta, para que vivas en él y puedas tocar su sonido, escuchar sus texturas; para que seas en ella cada día un poco más libre, más sabio y mejor persona.

lunes, octubre 22, 2007

La Casa del Poeta

Un poeta nos ha hecho el encargo virtual de diseñar su casa y vamos a utilizar este medio para mostrar cómo se va gestando el proyecto.
Lo primero que hay que hacer es conocer un poco al cliente
y, en este caso, nos lo ha puesto muy fácil porque Luis Felipe se desnuda a diario en su blog http://www.diariodeunsavonarola.blogspot.com/

De modo que la percepción que tenemos, pues le conocemos poco en el mundo real, es el de una personalidad compleja, algo atormentada -como casi todo poeta- y no es ningún reproche, ¡otros nos atormentamos sin poesía que nos consuele!.
Persona muy aguda, culta, rebelde, sensible y con muy fino sentido del humor.
Es un buen cliente potencial, y al menos se descarta que le vaya la cosa hortera, como balaustradas neoclásicas en la barandilla de la terraza, escaleras imperiales, arcos conopiales en el salón y sandeces similares.


La Casa del Poeta es una casa de color a media luz, luminosa al amanecer, recogida en los atardeceres, sobria, elegante. Admite guiños y picardía, y es aquí donde nos queremos centrar pues, si no he entendido mal, éste era el reto.



Sería necesario saber si La Casa del Poeta es para él solo o para toda la familia, si la concibe como su refugio particular o la comparte con los amores de su vida: su mujer y sus niños, o si combina ambas facetas.

Te esperamos, Poeta, en este diálogo que se inicia y del que, seguro, sacaremos jugosos frutos para nosotros y los que nos leen; y si así no fuera, al menos habremos gozado con el don de crear y recrear.

De Béjar, en Octubre

Nueva entrada de guaPalupe, la reportera más dicharachera, con el comentario-advertencia de que no afecte o moleste a ningún bejarano (debe saber que somos muy susceptibles con nuestras cosillas...)

Bejar tiene olor añejo de regustillo amargo y dulce al mismo tiempo.

Asoma tímida su silueta por un ventanal que aún no ha visto la luz.



Detrás de la ruina y del tapial, la Naturaleza acompaña siempre al caminante.




Estoy de acuerdo en que aquí huele a añejo, sobre todo algunos rincones. La primera imagen es de una visita secreta al futuro Museo Textil (en proceso de terminarse) y la segunda desde mi calle, hacia el monte de El Castañar, con la Sierra nevada al fondo. Tiene momentos mejores, pero este fue el que vio guaPalupe.

miércoles, octubre 10, 2007

Fotos de Piensépolis

Resulta que guaPalupe tiene hasta fotos de la ciudad.

Creo que la soñó recientemente, y pudo fotografiarla, no me explico cómo.

A mí me parece que tiene algo de ciudad lineal, algo de conjunto histórico, espacios verdes suficientes, una escala y una topografía adecuadas para el paseo y la bici.

Pero debe haber más, al urbanismo deben acompañarle buenos edificios, adecuados a cada uso, con buenas calidades, eficientes energéticamente, bien aisladas y bien orientadas, pero además, bellas, agradables, incluso divertidas (algo que ningún cliente me ha pedido jamás).

Firmitas, utilitas y venustas




lunes, octubre 08, 2007

Piensépolis

guaPalupe, dieciocho meses después de la primera entrada, envía una respuesta a mi pregunta sobre el modelo de ciudad. Gracias, compañera.

Piensépolis
En Piensépolis se sabe donde está el centro y cuales son sus límites. El centro es el corazón de la ciudad y permanece allí desde los confines de los tiempos, aunque luego le hayan salido otras vísceras. Sus límites sin embargo cambian, pero lenta y armoniosamente, como el curso de un río, al compás de su crecimiento.
En Piensépolis hay calles, muchas calles. Cada una es distinta de la otra, cada una reconocible por sus tiendas, sus colores, su trazado. Aquí, todas son peculiares y distintas de ninguna otra ciudad, de forma que nadie podría decir que está en ningún otro sitio.
Las plazas son espacios abiertos donde confluyen avenidas, calles y travesías. Las fachadas de los edificios las configuran y a veces un elemento singular, como una torre o un arco, le da su nombre y la hace diferente de todas las demás. En ellas, la gente se encuentra, adrede o por azar, y no hace falta llenarlas de cosas porque es esta misma gente la que las llena de vida.
Los parques y jardines están situados de tal manera que uno puede atravesar Piensépolis de Norte a Sur y de Este a Oeste a su través, cobijado por la sombra de sus árboles en el estío y acariciado por los rayos de sol en el invierno. En ellos, pasean, juegan o descansan libremente niños y mayores, personas de todo tipo, color, tamaño y credo, sin que nadie se sienta ofendido ni agredido y sin miedo, porque nunca pasa nada malo. En Piensépolis los perros no estorban y tienen lugares especiales para hacer sus necesidades.
En Piensépolis se puede mirar sin ser visto, y observar por el simple gusto de hacerlo. También se puede gozar al escuchar su sonido, que es una mezcla de lo natural y lo artificial, de lo divino y lo humano: gritos de niños, canto de pájaros, traqueteo del tranvía, campanas de la iglesia, el murmullo del agua de la fuente…
Hay coches en Piensépolis, pero no se oyen sus bocinas porque nadie toca el claxon, aunque realmente no son muy necesarios. Las motos son silenciosas.
En esta ciudad se puede ir a comprar el pan o el periódico, tomar un café, arreglar la bicicleta y hacer gimnasia sin tener que andar más de quince minutos en cualquier punto, viva donde uno viva.
En Piensépolis se puede ir andando y en bicicleta, en tranvía y en coche, sin que unos y otros se molesten entre sí ni tengan que ir por sitios separados.
Las personas diferentes también perciben Piensépolis: se orientan, la recorren y la viven mezclándose con las otras, de modo que uno no sabe distinguir lo “normal” de lo “distinto”.
A pesar de no ser grande, en Piensépolis cabe todo el mundo.
No hace falta enseñar a los forasteros itinerarios especiales, Piensépolis se va mostrando por sí misma. Nos puede sorprender la osadía de una gran escultura en el centro de una glorieta, nos puede emocionar la sencillez de una escalinata que nos conduce a un rincón misterioso. En Piensépolis nada es arbitrario, pero lo parece.

Esta ciudad existe en los recovecos de la memoria. Tal vez es imaginaria o fue soñada, parece tan imposible como que el hombre alcance las estrellas…
¿O es la luna una estrella?