Bejar tiene olor añejo de regustillo amargo y dulce al mismo tiempo.
Asoma tímida su silueta por un ventanal que aún no ha visto la luz.
Detrás de la ruina y del tapial, la Naturaleza acompaña siempre al caminante.
Estoy de acuerdo en que aquí huele a añejo, sobre todo algunos rincones. La primera imagen es de una visita secreta al futuro Museo Textil (en proceso de terminarse) y la segunda desde mi calle, hacia el monte de El Castañar, con la Sierra nevada al fondo. Tiene momentos mejores, pero este fue el que vio guaPalupe.
2 comentarios:
Añeja y añejada, porque todos tenemos mucho que ver en ello, colegas.
Me encanta lo de GuaPalupe... porque es verdad.
Es una pena que no tengamos dinero para arreglar esa casa del esquinazo de tu calle, por lo menos a mi no me llega.
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