lunes, junio 29, 2009

Manhattan (por fin).


La imagen que tenemos en la cabeza como “Nueva York” es en realidad la isla de Manhattan.
Su silueta, la Sky-Line tantas veces vista y revista en las pelis, sigue resultando espectacular. Los famosos puentes, también. Sí, esa es la palabra adecuada: espectacular. A mí me fascinó la primera vez que fui, allá por el año 1990, sencillamente me fascinó. Fui por acompañar a un grupo de colegas, escéptica total. Lo primero que me arrebató fue la escala. Todo en Manhattan es a lo bestia: las alturas de los edificios, el gentío, las luces, las longitudes de las calles… el plano no da una idea, recorrer Manhattan de Norte a Sur a pie puede costar casi un día entero, y atravesarla de Levante a Poniente mínimo una hora. La isla mide unos 15 Kilómetros de largo por 3 de ancho, y Manhattan es solo una parte –pequeña- de la ciudad de Nueva York.
Una de las cosas que más impresiona es el humo que sale de las alcantarillas (*).
Otra cuestión que sorprende es la linealidad de su trazado: las calles se organizan en una trama reticular cuyo eje principal (Norte-Sur) es la 5ª Avenida; así denominan las Avenidas: 1ª, 2ª … hasta la 10ª. Lo mismo sucede con las vías Oeste y Este, que toman el nombre de Calle con los números cardinales: 1, 2… 41, 41 St… y así hasta la Calle Noventaytantos; se añade a las calles el Easth o West para indicar si quedan en el lado Este de la 5ª Avenida, o al Oeste. En suma, resulta sumamente práctico pues es muy fácil orientarse, pese al tamaño gigantesco de todo. Una sola excepción: la Calle Broadway, famosa por los teatros y musicales, que nace en el Downtown (sur de Manhattan) y cruza la Midtown diagonalmente hasta la Uppertown; he leído que era un antiguo camino indio aborigen que respetaron.
Podría parecer que Manhattan carece de encanto pero no es así, uno queda rápidamente atrapado por los gentíos, por las luces nocturnas, por los rascacielos compitiendo por “rascar el cielo”, por su gran oferta cultural y comercial, y por su parque central, que gravita como un pulmón en medio de esa inmensa nube edificada.

(*) Procede del vapor de agua producido por las fugas de las tuberías de agua, al caer ésta sobre otras que toman muy alta temperatura y que son, probablemente, las que transportan energía desde las minicentrales térmicas en forma de vapor a presión para abastecer a los edificios. No lo tengo comprobado aún pero es lo que me han contado y parece creíble.

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